«Ciudades»: Un poemario atemporal y enigmático. reseña en el blog ‘voces de las dos orillas’

El blog de literatura infantil y juvenil «Voces de las dos orillas», de Anabel Sáiz Ripoll, publicó una recensión sobre Ciudades, de Fran Alonso, publicado por Kalandraka.

Ciudades: que hierven de dolor

“Ciudades” es un poemario atemporal y enigmático. Fran Alonso, en 39 composiciones en verso libre, nos ofrece un paisaje particular y que nos permite intuir qué hay detrás de una ciudad, detrás del caos urbano, del asfalto, de la prisa, de la contaminación. Para Fran Alonso una ciudad es la suma de muchos factores, es más, en cada ciudad se encierran, como capas de cebolla, otras ciudades porque múlttiples son las perspectivas y diversas las miradas.

 

Hay mucho del propio paisaje sentimental del autor quien, ya en el primer poema, muestra su impotencia al no poder abarcar todos los habitantes de la ciudad. Él sabe que existen y sabe de su importancia, “pero yo no los conozco”. Y a partir de aquí se desgrana este mapa personal que nos habla de “las ciudades del corazón”, que admite los defectos de una urbe, pero que los perdona porque “es la ciudad donde nací”.
Muchos de estos poemas nos habla del mar que es hacia donde mira la ciudad de Fran Alonso, Vigo; un mar omnipresente que lo acompaña desde que era pequeño, que a veces inundó las calles, pero que sigue estando ahí, fiero y manso a la vez. La lluvia es otro de los elementos que nunca abandonan su ciudad.

 

Nos habla también de los elementos que pueblan las ciudades, los árboles solitarios, la vegetación de plástico que adorna una cafetería, de la contaminación (el poema “Tu cuerpo es una ciudad” establece una metáfora preciosa entre un cuerpo humano y la ciudad, acompañado además de una ilutración más que sugerente de Marc Taeger). Alude también, cómo no, al tráfico, a las prisas, a los domingos en una ciudad o al ruido. No obstante, también nos ofrece una visión muy humana de la ciudad, es una ciudad que siente y sufre, que se evapora y vuelve a surgir porque esa ciudad “muda de piel cual serpiente”.

 

Dedica también otros poemas a distintas ciudades, más cálidas o frías, pero que siempre le devuelven a la suya que es una especie de compendio de todas, como leemos en el último poema “Entre todas las ciudades prefiero / las que duermen sobre el mar / o aquellas que se alzan en la arena/ del desierto./Las primeras están habitadas / por sardinas de plata,/ y las segundas por / dátiles de luz”.

 

La nostalgia, la melancolía, los juegos de palabras, la metáfora y la comparación hace de este poemario, como decíamos al principio, un texto atemporal, en el que siempre encontraremos respuestas y nuevas preguntas. La memoria del autor, su infancia, su contenplación nos salen a recibir con los brazos abiertos entre los versos de “Ciudades”. 
No podemos olvidar, por supuesto, ese tono triste, lleno de brumas que alude a una ciudad sola, dejada, una ciudad usada por todos, pero no respetada e, incluso, abandonada.
Por otro lado, las ilustraciones de Marc Taeger, a las que ya hemos aludido, juegan con el valor simbólico de los elementos, muestran formas urbanas que se confuden con las humanas o vegetales, propician un hermanamiento entre el alma y el asfalto, De alguna manera reflejan la metáfora de los poemas con ese juego de colores y la presencia abundante del mar.
El libro fue accésit del premio Lazarillo 1996 y va destinado a lectores desde 10 años en adelante, incluidos los adultos.

Anabel Sáiz Ripoll